El sapo de Surinam es mencionado por Huxley y Wells como un ejemplo de cómo un anfibio terrestre resuelve el problema de la falta de agua.
La hembra pone sus huevos en su propia espalda por medio de un largo oviducto. Luego de que los huevos son puestos, la piel de su lomo crece en torno de los huevos y forma una incubadora para las crías.
Uno tendría grandes dificultades para explicar cómo podría haber evolucionado este sapo. Quizás un darwinista diría que esta conducta, y las estructuras fisiológicas asociadas con ella, evolucionó en un tiempo en que el agua era escasa y tal comportamiento era necesario.
Sin embargo, se requeriría la evolución concomitante de tres fenómenos o de lo contrario el sapo de Surinam se hubiese extinguido. Primero, debía evolucionar el largo oviducto; segundo, la piel del lomo debe haberse tornado capaz de rodear los huevos, o estos se hubiesen secado rápidamente en el lomo del animal. Finalmente, las dos estructuras hubiesen sido inútiles si el sapo ignorase cómo usarlas.