Por Claudia Márquez Linares
8 de diciembre de 2003
Cuando la maestra de preescolar de mi hijo le pidió que llevara una pistola de juguete a la escuela, realmente me sorprendió. Le pregunté a mi hijo Cristian, que entonces tenía 5 años, para qué quería eso la maestra, pero él no tenía idea. Fui a la escuela y, cuando llegué al aula de mi hijo, me encontré a la maestra repartiendo dos cajas de fusiles y pistolas plásticas. Mientras se los repartía a los niños, gritaba: "¡Arriba, disparen, pum, pum! ¡Vamos a matar al imperialismo!''.
Todos los niños, incluido mi hijo, empezaron a disparar y a gritar ¡pum, pum! contra ese fantasma invisible que constituía el imperialismo.
Yo no podía hacer nada. Me quedé un rato mirando aquello y luego me fui. Aquélla era una de esas tareas que los maestros cubanos han de cumplir y en la que los padres no tienen voz ni voto. Si nos oponemos, corremos el riesgo de que nos califiquen de contrarrevolucionarios, nos apliquen la ley por ''actos contra el normal desarrollo del menor'' y acabemos en la cárcel.
La enseñanza en Cuba es gratuita y obligatoria hasta los 16 años, pero está impregnada de la ideología imperante en la isla.
Cristian tiene 6 años y está en segundo grado, aprendiendo a leer y escribir. Recientemente, una de sus tareas fue escribirles cartas a los cinco espías prisioneros en Estados Unidos. La maestra le dijo a mi hijo que los espías están en prisión por defender la patria. Cuando le expliqué a mi hijo que su padre estaba preso por querer libertad para todos los cubanos y defender su patria, me respondió: ''No, mami, los que están presos por defender la patria son los cinco héroes prisioneros del imperio''. Tal como le había enseñado su maestra.
Mucho esfuerzo me ha costado que mi hijo no se sienta avergonzado de su padre. La directora de la escuela me llamó a su oficina para decirme que los niños con padres en prisión necesitaban un tratamiento ''especial''. Desde que su padre está en prisión mi hijo está intranquilo y confuso. Pero, ¿cómo no va a estar intranquilo cuando no puede decirle a su maestra y a sus amiguitos que su papá es un hombre bueno que está preso por defender sus ideales de libertad y democracia? Sólo habla de su padre con los familiares más cercanos. El día que le confesé que su padre estaba preso, me dijo: "¡Ay, mami, tú no hables mal de Fidel, porque te van a llevar presa y yo voy a llorar mucho!''
Desde la primaria hasta la universidad los cubanos debemos aprender e interiorizar que disentir de la línea del partido comunista constituye nuestra aniquilación como individuos. El eslogan de que ''la universidad es para los revolucionarios'' se repite por doquier y cada vez somos más los cubanos que nos sentimos discriminados en nuestro propio país por el solo hecho de aspirar a una apertura en la isla.
En estos momentos Larri Rodríguez Reyes, estudiante de 21 años de ingeniería informática en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, está esperando el fallo de la comisión universitaria que determinará su separación temporal o definitiva de la universidad. Desde el día 6 de noviembre no le permiten asistir a clases por ''manifestaciones contrarrevolucionarias, públicas y notorias'', entiéndase emitir opiniones contrarias a la revolución cubana. Larri se siente deprimido y sus padres lo están presionando para que se arrepienta públicamente y pueda volver a la universidad.
Larri se ha negado. No se retracta de haber comentado con sus compañeros de aula que en Cuba tendrá que haber libertad tarde o temprano. Se siente profundamente traicionado por los compañeros de aula que lo denunciaron en el juicio estudiantil, a pesar de haber coincidido muchas veces con sus opiniones en privado. Esos mismos compañeros le decían pocos días después que habían tenido que delatarlo para salvar sus propias carreras.
Hoy Rodríguez Reyes dice que luchará para volver a la universidad porque "nadie tiene el derecho de privarme de conocimiento por el solo hecho de disentir''.
Según la propaganda gubernamental éste es el país más educado del mundo, pero ¿de qué nos sirve la educación cuando la convierten en un instrumento de adoctrinamiento masivo? ¿De qué sirve la educación sin libertad?